Este año nuestra palabra motor es NAYRA, en lengua aymara significa ojo, el órgano de la visión, pero tiene un segundo significado, nayra también significa pasado, el nayra pacha o tiempo de adelante. Para el pueblo aymara el futuro no lo conocemos por lo que esta detrás de nosotros, en cambio, el pasado ya lo vimos por eso se considera que esta en frente, es decir nuestro tiempo espacio es contrario a los que la cultura occidental entiende por futuro y pasado.
NAYRA es el ojo que hoy se esta abriendo para ver lo que por mucho tiempo estuvo dormido, es el ojo que enfrenta la realidad y que ha sido herido, es el ojo perdido, el ojo ofrendado, el ojo que ha visto la injusticia, él que elige ver a pesar del dolor, es el ojo de la pachamama que esta atento a lo que hoy hacemos con ella.
Este nayra pacha, lo que estamos viendo, es lo mismo que hoy estamos dejando adelante, es aquello que ya no volverá y avanzamos a ciegas hacia el futuro hacia nuestras espaldas.
Eso que ya vimos es lo que queremos cambiar y lo que hoy no vemos puede ser el más grande cambio que podamos imaginar.
Las lenguas indígenas son portadoras de nuestro mundo y en el caso de la lengua aymara, una palabra encierra conceptos que son parte de nuestra filosofía, de nuestra espiritualidad y de las costumbres que subyacen en distintas ciudades de lo que hoy es Chile.
Para el mundo Aymara la lengua es solo una parte de su
universo, sus significados atraviesan la
comprensión de conceptos complejos que van opuestos de lo que hoy se enseña y
aprende como lo es el tiempo- espacio.
Al igual que las costumbres y la espiritualidad, para el
Pueblo Aymara la lengua aún es un tema doloroso de tratar. Durante la
chilenización, hablar lengua
indígena fue sinónimo a ser considerado un “traidor a la patria”.
La lengua Aymara en Chile fue erradicada por mucho
tiempo de los espacios públicos,
colegios e instituciones. Junto con ello las costumbres espirituales mas
arraigadas y las que componían toda su costumbre fueron forzadas a cambiar y
adaptarse a la Iglesia católica, asimilando sus danzas, fechas importantes y
celebraciones a la Pachamama.
En los colegios y las calles se hacia énfasis en
denigrar y ofender a quienes pudieran parecer, mostrarse o hablar aymara. Por
lo tanto las familias queriendo defender a los niños de este daño,
paulatinamente evitaron hablar su lengua, prefirieron que los niños aprendieran bien el español y
que las costumbres casi no las presenciaran o que estuvieran veladas por la
practica católica .
Así es como el día de hoy nos encontramos con un vacío
en varias generaciones nuevas, quienes no pudieron recibir y nunca tuvieron la
posibilidad de conocer por sus padres o abuelos la lengua materna de sus
territorios.
Esa es la realidad, son muy pocos los hablantes aymara
en Chile, los abuelos ya están olvidando, muchos de los sabios aymara han muerto, solo algunos adultos están en una
campaña recuperativa, lo cual ha sido un trabajo lento y difícil.
Y aquí viene el cambio...
Si queremos revitalizar nuestra lengua indígenas, se debe hacer
desde las mismas comunidades, haciendo
uso de nuestra autodeterminación como parte de una Nación indígena, comprendiendo que tenemos el
derecho pleno de gobernar el tipo de educación que queremos para nuestros niños, jóvenes y adultos.
Para mantener la lengua es clave la
oralidad, es decir para revitalizar, aceptando neologismos, nuevas formas de
articulación, debemos si o si retornar al origen , avanzar retrocediendo o como
el Aymara lo entiende, regresando al tiempo, es decir hacer una
acto de descolonización y de apropiación de su autonomía, conversando, usando las palabras en lo cotidiano.
Los mismos pueblos elegirán la creación de una nueva forma educativa, pero no puede ser externo, sino comunitario y
propio, eso es autogobierno de un pueblo en todo ámbito.
Que se requiere entonces? dentro del territorio
chileno, reconocimiento constitucional
indígena, con autogobierno de educación y aprendizaje, lo que decanta en infraestructura, fondos y políticas emanadas
desde los mismos indígenas.
Solo así podríamos empezar a masificar el Aymara aru, con la conciencia y valoración de las diferentes lenguas indígenas por parte de la sociedad chilena.
Solo así se comprenderá que el “lenguaje chileno”, esta cruzado de palabras, toponimia e incluso
conceptos aymara y de otras lenguas indígenas que hoy conforman el patrimonio
lingüístico de Chile, innegable reconocimiento de las naciones preexistentes,
llevándonos a un cambio de paradigma y por ende un cambio en la historia de
este país.
LETRA ARMADA